A principios del siglo XVI, los libros impresos empezaban a convertirse en objetos verdaderamente autónomos y no meras copias de manuscritos, pero ello no sin oposición. Los copistas, que veían en el avance de la imprenta una amenaza mortal para su medio de vida, cerraron filas frente a ella y hay testimonios de que más de un bibliófilo adinerado declaró que jamás admitiría libros impresos en su biblioteca. Al principio gradualmente y luego con rapidez, el advenimiento de la imprenta acabó con el oficio de copista; sólo entonces la impresión tipográfica quedó en libertad para establecer convenciones y características propias. La portada, que casi nunca había existido en los manuscritos, devino normal; generalmente se imprimía en ella el nombre del impresor (que era también el editor) y su marca. Se inventó la cursiva en Italia (razón por la cual también se la llama itálica) partiendo de una veloz caligrafía en la cancillería se reservaba para determinadas clases de documentos y que por ello se conocía como «escritura cancilleresca». La bastardilla (otro nombre de la cursiva) se convirtió pronto en una alternativa tipográfica para los caracteres redondos, ya que tenía la ventaja de ser al mismo tiempo compacta y elegante; continuó siendo una familia tipográfica por derecho propio durante dos siglos y sólo muy gradualmente dio su uso en transformarse hasta lo que es hoy, un mero auxiliar de la redonda. Desde principios del siglo XVI se cayó en la cuenta —especialmente en Italia y Francia— que ya no hacía falta decorar a mano los libros impresos: en este momento comienza a existir el arte del diseño del libro impreso.
Los libros franceses del XVII, decorados con ornamentos tipográficos e ilustraciones y márgenes xilografiados, establecieron unos estándares para el diseño artístico del libro que tal vez continúen insuperados. Este fue el período de Estienne, Simón de Colines, Geofroy Tory, Claud Garamond, Jean de Tournes, Robert Granjon y otros muchos grandes nombres de la historia de la impresión. Johannes Froben hizo de Basilea (Suiza) un centro impresor famoso: era amigo y editor de Erasmo. Holbein le hizo un retrato memorable y diseñó márgenes xilografiados para ediciones suyas.
De entre los impresores-editores del siglo XVI el más célebre quizá sea Christopher Plantin (h. 1510-1580), también francés; en 1555 se instaló en Amberes, donde creó un establecimiento impresor que habría de seguir funcionando durante casi tres, siglos. Al morir Plantin (1580) se hizo cargo del negocio su yerno Jan Moretus, para cuyas ediciones Rubens creaba portadas en plancha de cobre. Una extraordinaria combinación de suerte y cuidados ha hecho que la casa ocupada por la Imprenta Plantin exista aún y, con ella, buena parte de los útiles originales. Bautizada actualmente como el Museo Plantin-Moretus de Amberes, es un fascinante lugar de peregrinación para los tipógrafos.
Los libros franceses del XVII, decorados con ornamentos tipográficos e ilustraciones y márgenes xilografiados, establecieron unos estándares para el diseño artístico del libro que tal vez continúen insuperados. Este fue el período de Estienne, Simón de Colines, Geofroy Tory, Claud Garamond, Jean de Tournes, Robert Granjon y otros muchos grandes nombres de la historia de la impresión. Johannes Froben hizo de Basilea (Suiza) un centro impresor famoso: era amigo y editor de Erasmo. Holbein le hizo un retrato memorable y diseñó márgenes xilografiados para ediciones suyas.
De entre los impresores-editores del siglo XVI el más célebre quizá sea Christopher Plantin (h. 1510-1580), también francés; en 1555 se instaló en Amberes, donde creó un establecimiento impresor que habría de seguir funcionando durante casi tres, siglos. Al morir Plantin (1580) se hizo cargo del negocio su yerno Jan Moretus, para cuyas ediciones Rubens creaba portadas en plancha de cobre. Una extraordinaria combinación de suerte y cuidados ha hecho que la casa ocupada por la Imprenta Plantin exista aún y, con ella, buena parte de los útiles originales. Bautizada actualmente como el Museo Plantin-Moretus de Amberes, es un fascinante lugar de peregrinación para los tipógrafos.
Johannes Froben | Aldo Manuzio | Christopher Plantin | ||||||||||||||||||
Tres marcas de impresor |
El siglo XVIII fue testigo del florecimiento de la tipografía en Gran Bretaña. William Caslon (1692-1766) era inicialmente armero, pero cambió el grabado de las culatas por la talla de punzones para tipografiar encuademaciones y de aquí pasó a tallar los famosos caracteres que todavía hoy se Usan. Sus modelos fueron los mejores tipos holandeses del siglo XVII. Uno de los admiradores de Caslon era John Baskerville (1706-775), que tras ser maestro calígrafo y grabador, amasó una fortuna en Birmingham con el comercio de los charolados metálicos, pasándose entonces a la impresión. Diseñó y talló una familia nueva (que, en distintas versiones, es aún hoy uno de los más populares tipos para libros ingleses), construyó una prensa nueva, se preparaba sus propias tintas, especificaba cómo habían de fabricarle el papel y, tras la impresión, apretaba los pliegos entre planchas de cobre calientes para realzar el efecto. Su primer libro, Virgil, impreso en 1757 «cobraba impulso para anonadar a todos los bibliotecarios de Europa». Se convirtió en el primer impresor inglés desde Caxton a cuyos libros se alude más por su nombre que por el de los autores, Su estilo, clásico y severo, no se apoya en ornamentos o ilustraciones de ninguna clase, como la mayor parte de los libros de su época. Como muestra final de su toma de partido por el racionalismo contra la superstición, dejó dispuesto en su testamento que se le enterrara de pie en la tierra sin consagrar de su jardín de Easy Hill, en las afueras de Birmingham.
Louise de Labe, Oeuvres, impreso por Jean de Tournes, Lyon, 1556. Portada xilografíada característica de la decorativa impresión francesa del siglo xvi. |
Mientras Caslon era un comerciante cuya ocupación consistía en hacer tipos y venderlos, Baskerville era un hombre de negocios que llegó a la tipografía por placer y que la consideraba un arte. Estas discrepancias en el modo de entender la tipografía aparecerán una vez tras otra a partir de ahora hasta converger, a principios de siglo, en la persona de un profesional nuevo del negocio impresor, el tipógrafo, que además de ganarse la vida con su oficio pretende, al tiempo, ser artista.
Caslon de monotipia | Baskerville de monotipia | ||||||||||
Cursivas procedentes de la fundición Caslon | Bell de monotipia, tallada originalmente por Richard Austin para John Bell (1745-1831) siguiendo a la Baskerville y en estilo «moderno». |
Aunque tal vez, el tipógrafo actual, que aplica su capacidad y su formación artística al desempeño de una actividad comercial, ha existido siempre en las artes gráficas, o al menos desde el siglo XVII. Un ejemplo notable fue el contemporáneo francés de Baskerville, Fierre Simón Fournier el Joven (1712-1768). Este hombre, nacido en una familia de impresores, aprendió dibujo en la Academia de St Lúe de París antes de ponerse a trabajar a las órdenes de su hermano en una fundición. En 1742 publicó su célebre muestrario Modele des "Caracteres de I'imprimerie" y un "Caracteres de l'imprimerie", más pequeño, con los que estableció su reputación. En 1764-1766 publicó su no menos famoso Manuel Typographique. Las romanas de Fournier eran ligeramente más estrechas que la mayoría de las familias anteriores; su cursiva, reputada como «la más legible de todas las cursivas», «llevaba la noción de la concordancia con la redonda más allá que la de cualquier diseñador previo» y sus viñetas «certifican la suprema maestría de su autor en el ornamento tipográfico». Además de todo ello, Fournier fue el primero en comprender la necesidad de racionalizar los cuerpos medidas de los caracteres: en 1737 hizo público su sistema del punto tipográfico, desarrollado a tal fin. Es uno de los escasísimos diseñadores en la historia de las artes gráficas capacitado simultáneamente, para tallar punzones,fundir matricería e imprimir.
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