lunes, 6 de diciembre de 2010

El siglo XX (II)



En Inglaterra, la figura más influyente de la primera mitad del siglo fue Stanley Morison (1899-1967) que, en su calidad de asesor tipográfico de la Monotype Corporation desde 1923 más o menos, era responsable del programa de familias clásicas que hizo las delicias de los tipógrafos dedicados al libro en todo el mundo hasta la revolución de los sistemas fotocomponedores de los años sesenta. Diseñó personalmente la Times New Román y la estrenó él mismo en el rediseño del periódico londinense The Times que realizó en 1923; posteriormente se convirtió en una de las familias tipográficas más ampliamente usadas del mundo y así continúa. Morison era quizá el miembro más dotado y de formación más amplia de un grupo que el año 1914 fundó en Londres el Double Crown Club que «actuó como catalizador en la transformación de la comunicación gráfica, asunto de no menguada importancia para la civilización moderna. Otros miembros fundadores eran Oliver Simón (que lo inició) de la Curwen Press, Bernard Newdigate de la Shakespeare Head Press, Gerard Meynell de la Westminster Press, su primo Francis Meynell, fundador de la Nonesuch Press y por último Wrem Howard, socio de Jonathan Cape y diseñador de los libros de esa firma que podían contarse entre la producción más granada de su época.
Estos hombres sentían un respeto sano, que no pedante, por la tradición y en las familias anteriormente mencionadas, en especial Caslon, Baskerville, Bembo, Ehrhardt, Fournier, Garamond, Poliphilus y Walbaum. Y ello redundaba en el alto estándar de impresión tipográfica que caracterizaba a las casas más importantes del momento.
Marca de la Nonesuch Press diseñada por Scephen Gooden.
En cuanto a la segunda parte del siglo XX, los dos hechos de mayor calibre han sido, sin duda, el advenimiento de la fotocomposición comercial y el progreso del litoffset.
Se dice que el primer libro impreso en Gran Bretaña sin concurso alguno de los tipos metálicos es una edición del Prívate Angello de Eric Linklater, impreso privadamente para Sir Alien y Richard Lañe, de Penguin Books, que quisieron obsequiárselo a sus amigos la Navidad de 1957. Se compuso en una versión de la Garamond con una Intertype Fotosetter: ni siquiera un ojo experto podía asegurar que no se tratara de una composición perfectamente realizada de la forma convencional, es decir: en caliente. Habrían de transcurrir otros diez años, sin embargo, para que la fotocomposicón llegara al último rincón del país y fuera el sistema común en imprentas incluso pequeñas.
Marca de la Westminster Press
diseñada por Eric Gilí.
Un libro compuesto en película no tiene por qué imprimirse mediante litoffset*: la película puede transferirse a planchas de magnesio o a otras formas de clisé de impresión tipográfica. El litoffset progresó de tal modo en los años siguientes, que se usó tanto para los trabajos de imprenta rápida como para los trabajos de reproducción de máxima calidad en blanco y negro o en color. La litografía con pantalla de 300 líneas (técnica de la que es pionero el doctor Harold Hugo de la Meriden Gravure Company, Connecticut) ofrece unos resultados tales que ha reemplazado a la colotipia, hasta ahora el mejor método de impresión para reproducir imágenes con modulaciones tonales, dado que no utilizaba pantalla, aunque presentaba graves limitaciones en cuanto a la cuantía de la tirada que podía obtenerse de un juego de planchas. Además, de la litografía con pantalla podía obtenerse una definición tonal y de línea muy superior a la del mejor trabajo de impresión tipográfica.
Portada de una novela diseñada por W. A. Dwiggins en 1938.
Esta deliciosa combinación de tipografía y caligrafía resulta hoy, cuando las páginas se montan sobre película, más adecuada aún para el diseño de libros.
La impresión con tipos móviles tenía la ventaja, por otra parte, de que las correcciones podían efectuarse fácilmente y al instante sin extraer el carácter de la máquina impresora, consideración que puede ser importante a la hora de componer cosas tales como listas de precios u horarios de trenes. (En litografía y en litoffset cualquier corrección casi —salvo alguna eliminación insignificante— supone plancha nueva). Los tipos móviles se usaron luego solamente para tiradas cortas, ya que empezaban a evidenciar signos de desgaste después de digamos 50.000 impresiones (dependiendo de la habilidad del operario, la superficie del papel, la velocidad de la máquina y demás). Para tiradas más cuantiosas se preparaban planchas de relieve con metal de esterotipia, polímero, caucho y algunos otros materiales más. Muchas publicaciones periódicas se imprimían tipográficamente en máquinas rotativas de alta velocidad. Pero, hoy día, probablemente, podamos afirmar que cualquier cosa que la impresión tipográfica realice, la litografía es capaz de mejorarlo; la impresión tipográfica tiene además la importante desventaja de que cuando se imprimen libros a gran escala genera enormes cantidades de un metal muy pesado que resulta caro y engorroso trasladar... y por si fuera poco hay que tener las páginas compuestas del libro, el opúsculo o el folleto «aguardando de pie» (es decir, almacenados) la eventualidad de una reimpresión que tal vez no se produzca nunca y que en el ínterin inmoviliza cantidades importantes de dinero y espacio.
*Litoffset: en lugar de imprimir directamente de la plancha de piedra o de cinc, la imagen es transferida a una mantilla de caucho (superpuesta por lo general a un cilindro) que hace de superficie impresora lo que, además de ser más rápido, no desgasta la plancha original.

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