Los primeros libros impresos en Occidente
A principios del siglo XV los libros eran enteramente manuscritos, aunque solían caligrafiarse sobre pergamino o vitela (piel de ternera especialmente tratada) el uso de papel —hecho con trapos de lino— se extendía cada vez más. Se comerciaba ya con libros, cuya manufactura estaba organizada en líneas de
producción masiva, en «scriptoria», donde cierto número de escribientes caligrafiaban al mismo tiempo un texto leído en voz alta. Aunque ya se celebraban ferias dedicadas al libro,éste se hallaba muy lejos aún de ser algo tan incardinado en la vida cotidiana como lo es hoy. bolo los ricos podían costearse su compra; entre las personas sencillas los conocimientos seguían transmitiéndose de boca en bocal y aunque muchas memorias conservaban cierto bagaje musical y literario,eran muy pocos los que sabían leer. Pero la instrucción se extendía, se fundaban universidades y era imperativo dar con un método de producir libros más eficiente que caligrafiar a mano todas y cada una de sus letras. Al ser Gutenberg orfebre de oficio, sabía cómo fundir objetos metálicos —monedas, por ejemplo—, cómo punzonar y cómo estampar letras o imágenes en metal. Su idea era adaptar estas técnicas para copiar el texto de los libros o, dicho de otro modo; mecanizar su producción. Ignoramos cómo o cuándo concibió la noción de fundir caracteres metálicos individuales combinables en palabras que, una vez impresas, se deshicieran para reorganizar los caracteres en otras distintas que se imprimían a su vez, pero lo cierto es que logró llevarla a la práctica y con ello revolucionó el mundo.
producción masiva, en «scriptoria», donde cierto número de escribientes caligrafiaban al mismo tiempo un texto leído en voz alta. Aunque ya se celebraban ferias dedicadas al libro,éste se hallaba muy lejos aún de ser algo tan incardinado en la vida cotidiana como lo es hoy. bolo los ricos podían costearse su compra; entre las personas sencillas los conocimientos seguían transmitiéndose de boca en bocal y aunque muchas memorias conservaban cierto bagaje musical y literario,eran muy pocos los que sabían leer. Pero la instrucción se extendía, se fundaban universidades y era imperativo dar con un método de producir libros más eficiente que caligrafiar a mano todas y cada una de sus letras. Al ser Gutenberg orfebre de oficio, sabía cómo fundir objetos metálicos —monedas, por ejemplo—, cómo punzonar y cómo estampar letras o imágenes en metal. Su idea era adaptar estas técnicas para copiar el texto de los libros o, dicho de otro modo; mecanizar su producción. Ignoramos cómo o cuándo concibió la noción de fundir caracteres metálicos individuales combinables en palabras que, una vez impresas, se deshicieran para reorganizar los caracteres en otras distintas que se imprimían a su vez, pero lo cierto es que logró llevarla a la práctica y con ello revolucionó el mundo.
algunas de las aprox. 300 letras y ligaduras alternativas de la familia tipográfica que necesitaba para simular las páginas manuscritas. |
Cuando puso manos a la obra no debió tardar mucho en darse cuenta de que disponía ya de vitela y papel, de tintas, de prensas de madera usadas (para prensar lino y uvas, por ejemplo) y de que tenía como modelos para copiar libros manuscritos con esa caligrafía de gran belleza y regularidad que los impresores denominan hoy gótica negra, a menudo «iluminados» —iniciales de fantasía, ilustraciones dentro y fuera de texto, miniados en color y pan de oro— para embellecerlos y adornarlos. Se ha sugerido que Gutenberg pretendía imprimir estos ornamentos y que dio con el modo de lograrlo, pero se desconocen los detalles: es una de las lagunas más intrigantes de la historia. Gutenberg sabía, en cualquier caso, que el éxito de su sistema dependía de que la impresión fuera completamente indistinguible de las esmeradas páginas manuscritas que caligrafiaban los copistas. Para lograrlo, hubo de fundir distintas versiones de muchos caracteres así como ligaduras entre diferentes combinaciones de letras, a fin de imitar todas las variantes del manuscrito escogido para reproducir.
Fundió una familia tipográfica que sobrepasaba los 300 tipos, mientras que si sumamos la caja alta y la caja baja de una redonda moderna obtendremos poco más de 50 caracteres.
Gutenberg conocía la técnica de fundir monedas y medallas: pra fundir caracteres empezaba tallando en relieve cada uno de ellos en un bloque de acero, con lo que obtenía los punzones correspondientes a cada letra y signo. Estampaba luego estos punzones sobre bloques de metal más blando convirtiéndolos en matrices que había de transformar a su vez en moldes para no tener que hacer un molde individual para cada letra de diferente grueso (los gruesos van del de la «i» al de la «M» y la «W») ideó un molde de grosor ajustable, precisamente lo único que no existía ya en una forma u otra. Fue el meollo de su invento. Necesitaba también un metal que fundiera con facilidad, que fluyera uniformemente dentro de la matriz, que al enfriarse se dilatara un poco proporcionando un modelo absolutamente exacto de la letra y cuya dureza hiciera posible presionarlo repetidamente contra el papel o la vitela para imprimirlo sin sufrir un desgaste excesivamente rápido. Se sirvió de una aleación —en la que se basan todos los tipos metálicos fundidos desde entonces— compuesta de plomo, antimonio (que incrementa la dureza y refuerza los filetes) y estaño (que impide la oxidación y facilita la fusión del plomo). Las fundidoras de las monotipias modernas trabajan añadiendo al plomo entre un 15 y un 24 por ciento de antimonio y de un 6 a un 12 por ciento de estaño. En lo tocante a la impresión, Gutenberg descubrió que la mejor tinta era una mezcla de aceite de linaza y de pigmentos usados por los pintores de óleos; merece la pena señalar que su calidad, en cuanto a densidad del negro y a indelebilidad, no ha sido mejorada jamás. Se ignora cuántos experimentos, cuántas pequeñas impresionesrealizó Gutenberg antes de coronar su primera gran obra, la Biblia de 42 líneas. En esta época, como el papel era caro y no se desechaba sin más, los pliegos estropeados se cedían al encuadernador, que los utilizaba para reforzar ciertos trabajos o como material de guardas: buena parte de nuestros conocimientos sobre los primeros días de la imprenta se han extraído precisamente de estos pliegos reciclados que aparecen cuando se desarma un libro por motivos de restauración.
Fundió una familia tipográfica que sobrepasaba los 300 tipos, mientras que si sumamos la caja alta y la caja baja de una redonda moderna obtendremos poco más de 50 caracteres.
Gutenberg conocía la técnica de fundir monedas y medallas: pra fundir caracteres empezaba tallando en relieve cada uno de ellos en un bloque de acero, con lo que obtenía los punzones correspondientes a cada letra y signo. Estampaba luego estos punzones sobre bloques de metal más blando convirtiéndolos en matrices que había de transformar a su vez en moldes para no tener que hacer un molde individual para cada letra de diferente grueso (los gruesos van del de la «i» al de la «M» y la «W») ideó un molde de grosor ajustable, precisamente lo único que no existía ya en una forma u otra. Fue el meollo de su invento. Necesitaba también un metal que fundiera con facilidad, que fluyera uniformemente dentro de la matriz, que al enfriarse se dilatara un poco proporcionando un modelo absolutamente exacto de la letra y cuya dureza hiciera posible presionarlo repetidamente contra el papel o la vitela para imprimirlo sin sufrir un desgaste excesivamente rápido. Se sirvió de una aleación —en la que se basan todos los tipos metálicos fundidos desde entonces— compuesta de plomo, antimonio (que incrementa la dureza y refuerza los filetes) y estaño (que impide la oxidación y facilita la fusión del plomo). Las fundidoras de las monotipias modernas trabajan añadiendo al plomo entre un 15 y un 24 por ciento de antimonio y de un 6 a un 12 por ciento de estaño. En lo tocante a la impresión, Gutenberg descubrió que la mejor tinta era una mezcla de aceite de linaza y de pigmentos usados por los pintores de óleos; merece la pena señalar que su calidad, en cuanto a densidad del negro y a indelebilidad, no ha sido mejorada jamás. Se ignora cuántos experimentos, cuántas pequeñas impresionesrealizó Gutenberg antes de coronar su primera gran obra, la Biblia de 42 líneas. En esta época, como el papel era caro y no se desechaba sin más, los pliegos estropeados se cedían al encuadernador, que los utilizaba para reforzar ciertos trabajos o como material de guardas: buena parte de nuestros conocimientos sobre los primeros días de la imprenta se han extraído precisamente de estos pliegos reciclados que aparecen cuando se desarma un libro por motivos de restauración.
La Biblia de 42 líneas es el primer libro impreso en el mundo occidental que ha llegado hasta nosotro: su realización fue una tarea gigantesca y tan onerosa que probablemente motivó la ruina de Gutenberg. Consta de 1286 páginas (el formato de página en los ejemplares de mayor tamaño es 290 x 409 mm)repartidas en dos volúmenes. Se ha calculado que los ejemplares realmente impresos por Gutenberg serían entre 180 y 200, de los que probablemente unos 30 lo fueran sobre vitela. De los 48 ejemplares conocidos (36 sobre papel, 12 sobre vitela) sólo 21 están completos. Para cada ejemplar impreso sobre vitela se precisaron 170 pieles de ternera, lo que significa que para los 30 ejemplares sobre vitela hubieron de sacrificarse 5.100 terneras. La creciente demanda de vitela por parte de los impresos germanos durante la segunda mitad del siglo XVI debió hacer que la ternera mantuviera una presencia regular en la dieta nacional; lo más extraordinario, sin embargo, es que esa demanda cada vez mayor parece hacer sido satisfecha sin dificultad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario